El fenómeno de la globalización y los avances tecnológicos en términos de comunicación y acceso a la información permiten que cada vez más personas puedan interesarse por conocer otras culturas, obteniendo así nuevas formas de ver el mundo y como consecuencia de ello, el afán de las personas por encontrar nuevas formas de entretenerse va en aumento; ejemplo de esto es la creciente influencia de la cultura nipona en el mundo occidental y la gran demanda de entretenimiento proveniente de Japón a nivel global.
No es nuevo que la filosofía e incluso la forma de vida de la tierra del sol naciente fascine y ejerza influencia en el mundo occidental, de hecho, es un fenómeno que lleva décadas estableciéndose en América y Europa y su creciente interés entre los occidentales está lejos de detenerse, muy por el contrario, este público es cada vez más difícil de satisfacer y la demanda de productos de entretenimiento y cultura japonesa es cada vez más difícil de suplir.
Entre las formas de entretenimiento japonesas con más demanda en la cultura occidental se encuentra el anime y el manga, dos formas de arte tecnológico en animación e ilustración respectivamente, cuyo fin es contar historias potencialmente dirigidas a todos los públicos, de ahí su gran acogida a nivel global y su creciente demanda, a pesar de ser un producto exclusivo de la cultura japonesa y en ocasiones de japoneses para japoneses.
Debido a la creciente demanda de series de anime en diferentes países, sitios web como crunchyroll ponen a disposición del público mundial transmisiones de medios de Asia por un cargo fijo mensual, debido a los acuerdos de distribución que deben hacer con las compañías productoras japonesas para la transmisión de sus productos; sin embargo, en sus inicios, Crunchyroll permitía la transmisión de fansubs (contracción de las palabras inglesas Fan y Subtitled que se refiere a la traducción de contenidos por parte de sus fans sin autorización de la compañía productora o el propietario de los derechos de tal contenido) y bootlegs (ediciones no autorizadas de contenidos multimedia), contenidos que poco a poco tuvo que eliminar debido a la intervención de las entidades legales pertinentes así como de las compañías productoras de los contenidos transmitidos.
Estos sitios, como es el caso de Crunchyroll, tienen como fin, entre otros, monetizar y generar mayores ingresos de series de anime que ya no está disponibles en el mercado y que ya no se transmiten en Japón, para generar un ingreso permanente a partir de productos que ya no están al aire desde hace un buen tiempo, con esto recurren a la nostalgia de la audiencia (la oportunidad de revivir momentos de infancia y demás a través de sus series favoritas para generar ingresos.
Sin embargo, este no es el único sitio que presta dicho servicio, por el contrario, existen muchas páginas cuyo fin es acercar a los fanáticos de este tipo de animación a sus series favoritas, a pesar de que no todas tienen fines de lucro directamente de su audiencia y por tal motivo no cuentan con el respaldo legal que requieren; para prestar su servicio, dichas páginas recurren a los antes mencionados fansubs y bootlegs, por ende la audiencia debe esperar un poco más para acceder al contenido más reciente (es decir, si el estreno japonés de un capítulo de determinada serie fue transmitido el viernes, lo más probable es que esté subtitulado y transmitido de manera ilegal el sábado).
Aunque estas páginas acercan a los fans a sus series de anime favoritas, el servicio que prestan no cuenta con el respaldo que las compañías creadoras de las series de anime brindan, por tal motivo están violando las leyes de propiedad intelectual al usar su contenido sin su debida autorización y a través de la piratería el ingreso y la oportunidad de empleo producto de esta actividad se reduce drásticamente.
Es por este motivo que las autoridades japonesas se encuentran tras la pista de estos grupos de traductores voluntarios que alimentan este tipo de páginas sin las licencias correspondientes, y ya se han presentado varios arrestos, entre otras de comunidades chinas residentes en Japón dedicadas a dichas actividades producto de las violaciones a las leyes de propiedad intelectual y de la distribución ilegal de dichos contenidos.
Las obras literarias y artísticas, siendo el anime una de ellas, están protegidas por el Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, el cual es un tratado internacional sobre protección de derechos de autor en cuanto a arte y literatura; dicho tratado establece que la traducción de las obras debe ser un derecho exclusivo de autorización, por tal motivo la ley de los países bajo el convenio debe velar porque en su territorio no se viole dicho tratado, es decir, la ley autoriza la judicialización de quien traduzca o subtitule series de anime sin el debido consentimiento del propietario o representante legal de la compañía dueña de la propiedad intelectual en cuestión.
Sin embargo, las personas que se dedican a este tipo de actividades tienen como premisa un código moral que, aunque no los exime de su responsabilidad a la hora de ejercer la piratería, si establece lineamientos claros en su proceder como traductores, ejemplo de esto es que, como su fin al traducir series de anime es hacerlas más accesibles a las personas que no hablan japonés, una vez la compañía adquiere una licencia oficial en el país de destino, los encargados del fansub no encuentran la necesidad de seguir traduciendo y detienen su labor, puesto que la serie puede ser doblada y adaptada oficialmente y sin su ayuda.
Unos de los casos más fuertes y polémicos en cuanto a la batalla por la defensa de la propiedad intelectual y en contra de los fansubs fue el de la compañía ODEX, quien desde 2007 ha estado amenazando legalmente a quienes descargaron contenidos “fansubeados” (subtitulados por fans) a través de bittorrent. La compañía se ganó el derecho legal de pedir que se revelaran los datos de sus usuarios y envió amenazas legales, uno de sus clientes más jóvenes tenía solo 9 años. Esto les causó mucha polémica entre los fanáticos por la mano dura que ejerció la compañía en este caso. Países como Holanda también tipifican la traducción y subtítulos de series de anime como ilegales y castigan a quienes transgreden la legislación establecida respecto a derechos de autor.
En conclusión, la propiedad intelectual es, como su nombre lo indica, parte del patrimonio de una compañía, en este caso, y usarla al antojo de terceros es también una forma de robar a las compañías dueñas de dicha propiedad, como quien se beneficia de cualquier otro bien o recurso de la compañía sin su debida autorización, sin embargo, es tal el auge de formas de entretenimiento asiático en el mundo occidental que surgen grupos que, aun conscientes de su transgresión legal, busca promover dichas muestras culturales y generar un libre acceso global a dichas formas de entretenimiento, acercando a los usuarios fácilmente a una cultura diferente que tiene mucho que ofrecer y evidenciando a su vez el papel de la traducción como un mediador entre culturas que permite al espectador acercarse a visiones e interpretaciones culturales distintas a las de su medio.